“La Nakba: una narrativa impostora”

01/Jun/2022

Nuevo Mundo Israelita- por Beatriz W. de Rittigstein

Nuevo Mundo Israelita- por Beatriz W. de Rittigstein

A pocos días de celebrar los 74 años de la Independencia de Israel, la representante por Michigan en el Congreso de Estados Unidos, Rashida Tlaib, presentó una resolución solicitando el reconocimiento de la Nakba, un término que significa “catástrofe” y que los palestinos de hoy utilizan al referirse al renacimiento del Estado judío en 1948. En la foto: el barrio palestino de Beirut (Agencia Anadolu)

Dicha resolución pretende que EEUU “conmemore la Nakba mediante el reconocimiento y el recuerdo oficiales”, al tiempo que afirma que esto “se refiere no solo a un evento histórico, sino a un proceso en curso de expropiación de tierras palestinas por parte de Israel, y el despojo del pueblo palestino que continúa”. Afirmó que “más de 700.000 palestinos fueron desarraigados de sus hogares y convertidos en refugiados”. Se trata de un texto sin rigor histórico, que refrenda la narrativa propagandística de grupos antisemitas.

A través de su cuenta en Twitter, Tlaib, de origen palestino, informó sobre la resolución y agradeció a los representantes que la copatrocinaron: Marie Newman, Betty McCallum, Ilhan Omar, Alexandria Ocasio-Cortés, Cori Bush y Jamaal Bowman, quienes constantemente buscan atacar a Israel y al pueblo judío.

El barrio palestino de Sabra en Beirut, Líbano, sigue siendo considerado un “campo de refugiados” después de tres cuartos de siglo, aunque sus habitantes —que tienen prohibido vivir fuera de este verdadero gueto— comparten el mismo idioma, cultura, etnia y religión del resto de los libaneses. Mientras que Israel absorbió a 800.000 judíos que debieron huir del mundo islámico, los musulmanes siguen tratando a los bisnietos de los que salieron de Israel en 1948 como ciudadanos de tercera clase

El sufrimiento de los palestinos no se debe precisamente a Israel, tal como acusa Tlaib, sino a sus propios “hermanos” árabes que convencieron a los árabes del área de abandonar sus hogares, mientras Jordania, Egipto, Líbano, Siria e Iraq lanzaban una guerra destructiva contra Israel, que milagrosamente logró vencer. Los que huyeron fueron maltratados y confinados en campos de refugiados en esos mismos países árabes hasta el presente. Los árabes que permanecieron en Israel se convirtieron en ciudadanos.

No es cierto que los palestinos han vivido bajo “la opresión y el racismo” de Israel, esa es una calumnia que gente como Tlaib promueve. En realidad, los palestinos sufren esa discriminación por parte de los países árabes donde son “ciudadanos de segunda”; incluso en la Autoridad Palestina y en Gaza se mantiene esa situación, la población sigue viviendo en campos de refugiados sin que ambos regímenes palestinos corrijan esa situación. Para eternizar la condición de refugiados, los interesados se valieron de un organismo de la ONU establecido en los años 50, únicamente para palestinos: UNWRA, un desaguadero de fondos internacionales, absolutamente inútil y que sirve para conservar el estatus de refugiado de generación en generación, sin ninguna conclusión.

Por esa época y por los mismos motivos, unos 800.000 judíos fueron expulsados o tuvieron que huir de países árabes y musulmanes, en varios de los cuales habían constituido comunidades milenarias, y un Israel incipiente, aun en precarias condiciones, los recibió y absorbió. Ningún organismo internacional reconoció la tragedia de los judíos provenientes de países árabes y musulmanes

Resulta claro que en el texto de Tlaib se repite esa falsa narrativa basada en la distorsión histórica, pues la verdadera Nakba de los llamados palestinos constituye el hecho de que los países árabes que atacaron a Israel en 1948 no lograron su insistente propósito: “echar a los judíos al mar”, lo que habría producido un genocidio. Hoy el lema se trasformó: “desde el río hasta el mar” es decir, la destrucción del Estado judío.

Rashida Tlaib debería honrar al país que recibió a sus padres, y que a ella le dio la posibilidad de estudiar, de prepararse, de ser una ciudadana libre y alcanzar la representación en el Congreso, lo que retribuiría si se dedicara a auspiciar la democratización de los regímenes que mal gobiernan a los palestinos.